Para empezar por lo bueno, el movimiento de los 'indignados' ofrece abundantes aspectos que despiertan simpatía. Primero y principal, sobran los motivos para indignarse ante una crisis económica de origen especulativo, no detectada ni prevenida por los mecanismos de control a los que habría correspondido hacerlo y gestionada de la manera más torpe (y más lesiva para las garantías de protección laboral y social) por nuestro actual Gobierno.  
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