El gran problema es que no se lo creen. Les ha engañado tantas veces que ninguno de los equipos que integran la Asociación de Equipos de F-1 (FOTA) está dispuesto a tomar el más mínimo riesgo para dar credibilidad a las palabras de Max Mosley. La última carta del presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) en la que pedía a los ocho equipos disidentes un voto de confianza -"¡firmad y luego negociamos"- fue recibida con una dosis importante de escepticismo.
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