El alcalde de Valladolid, el ínclito León de la Riva, es un declarado seguidor del humor del gran Eugenio –algo bueno debía tener- y ha hecho bandera de un chiste que movía a una sonrisa amarga: -“Qué cara más triste tiene este niño”. –“Pues mira que le pegamos para que se ría…”. No encuentro otra explicación a su revolucionaria medida de multar la mendicidad con 1.500 €.
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