Hace sólo unos meses que Michael Dell volvió a sentarse en el sillón de la compañía que fundó. Y al poco de llegar anunció que iba a abrir un sitio en la web que funcionase a modo de "tormenta de ideas". La cosa funcionó bien. Tan bien, que los consumidores respondieron con gusto y con contundencia: querían Linux preinstalado en los ordenadores que vende la compañía. Y además querían que les dejasen elegir entre varias distribuiones.
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