El mosquito de la malaria utiliza el CO2 del aire exhalado para localizar a los seres humanos en la lejanía y, cuando está cerca, altera su rumbo y se dirige a los pies de sus víctimas. Así lo señala un investigador de la Universidad Wageningen (Países Bajos), que ha descubierto cómo este mosquito usa el olor de los pies humanos para guiarse, en los últimos metros, hasta el mejor lugar para picar.
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