Con chillidos muy agudos, cliqueos y trinos, y un mecanismo auditivo altamente sensible, las ballenas y algunos murciélagos localizan a sus presas emitiendo pulsos de sonido e interpretando los ecos que retornan. A lo largo de la evolución estos dos grupos de animales adquirieron esta capacidad de manera independiente por lo cual cabría esperar que los medios por los cuales cada uno logra sus resultados fuesen diferentes. Sorprendentemente, eso no es lo que ocurre, según indica un nuevo estudio realizado por investigadores de Michigan.
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