Cuando en una noche de verano, nos admiramos a la vista de las estrellas que llenan el firmamento, solemos pensar que se encuentran en medio de la soledad y el silencio. Sin embargo, ese océano interestelar de color azul cobalto, es sacudido por olas de microondas, y ahora, más helado que nunca, posee una temperatura de tan solo 2,7 Kelvin, sólo tres grados por encima del cero absoluto.
Comentarios
Un relato del descubrimiento accidental por Penzias y Wilson, del ruido cósmico de fondo.
#1 Yo creo que más mérito tuvieron los del equipo de física teoríca que predijeron su existencia simultaneamente... no recuerdo el nombre del pollo...