Como las notas en un pentagrama, las emociones suben y bajan al ritmo de las melodías. La música nos hace llorar, reir y enamorarnos... tiene el poder de emocionar desde nuestros primeros ancestros. A diferencia de la palabra hablada, la música conecta directamente con nuestro subconsciente, con el lado más primitivo de nuestro cerebro, y es capaz de hacer que genere endorfinas o adrenalina.
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