Un nuevo yacimiento de oro en el estado brasileño de Amazonas es ahora un hervidero de miles de personas aglutinadas en medio del fango, la malaria, la destrucción de la selva virgen y el sueño de riqueza fácil. El oro, de una pureza del 98%, fue descubierto por casualidad en noviembre pasado y ya seduce a 4.000 personas, según la alcaldía de la ciudad más cercana, y hasta 8.000 según la policía militar, que sólo cuenta con 12 hombres para imponer el orden en la mina más alucinante desde la legendaria Serra Pelada
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