En las cárceles españolas hay en estos momentos 931 presos menos que en octubre de 2009. Es el primer descenso de la población reclusa en más de una década, desde que en el año 2000 comenzó un ascenso imparable: se sobrepasaron los 50.000 presos en 2002 y los 76.000 el año pasado. La población penitenciaria se dobló en apenas 17 años (de 1990 a 2007)y España —con una de las tasas de delincuencia más bajas— se convirtió en el país con más internos en prisión de Europa occidental.
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