Un nuevo estudio de la Dra. Amanda D. Melin, investigadora postdoctoral asociada en el Departamento de Antropología de Dartmouth, sugiere que los primates desarrollaron una visión de tricromática de gran precisión que les permitió pasar a la vida diurna tras eones de vagar en la oscuridad. Se basa en los genes de los ancestros de los tarseros ( Tarsius tarsier ) que codifican los fotopigmentos del ojo. A pesar de ser nocturnos, su visión al color para ver en la luz de la luna o el crepúsculo les pudo ayudar a dar el salto al día.
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