Era cuestión de plazos, y al cumplirse justo un mes del inicio de la guerra, Vladimir Putin ha movido ficha. A partir de ahora, todo el gas y el petróleo que compren a Rusia los países hostiles, o sea nosotros, deberán ser pagados en Rublos, porque los Dólares y los Euros dejan de ser monedas aceptadas en este tipo de transacciones.
El primer perjudicado de esta medida será EEUU, que ve menguar su privilegio de dolarización de la economía mundial. De hecho, parece que Putin quiere aprovechar la misma jugada que hasta ahora han realizado los norteamericanos en exclusiva: pagas en una moneda que imprimo yo, con lo que puedo exportarte a mi gusto la inflación.
La situación, por tanto será la siguiente: para comprar gas, los europeos tendrán antes que conseguir rublos. Y sólo hay dos maneras de obtenerlos: o compras esos rublos al tipo de cambio que fijen las autoridades rusas, o le vendes a Rusia lo que allí demanden y les exiges que te paguen ellos en Rublos.
Lo primero supone un verdadero despelote, porque Rusia puede hinchar, y lo hará, el valor de su moneda, toda vez que en las pasadas semanas la desligó del mercado internacional de divisas. Al hinchar el valor de su moneda, engrosa también de un plumazo, el precio equivalente en Euros del gas que les compramos, obteniendo divisa fuerte, que puede utilizar en China, a cambio de los papelitos devaluados que nos coloca a precio de moneda sana.
El segundo procedimiento es aún peor, porque si nos fiamos de ese método les acabaremos vendiendo tanques para conseguir los rublos que necesitamos para comprar el gas. Es una exageración intencionada, pero se entiende, creo. Si nos dedicamos a venderles de todo para obtener esos rublos, las sanciones se convierten, como se puede imaginar en un circo de tres pistas.
Por lo tanto, esta medida de Putin es un simple impuesto revolucionario a los que le han colocado a él las sanciones. Lo que Europa puede hacer, igual que al principio, es pasar completamente del gas ruso y de su petróleo, y posiblemente, con el tiempo, de sus fertilizantes, sus materias primas y sus cereales, porque mucho me temo que la jugada ha empezado por el gas pero no se detendrá ahí.
Lo que más me llama la atención es que la gente critique esta medida o se sorprenda por ella: ¿No llevamos décadas pagando en Dólares las importaciones petroleras? ¿Por qué no se pagan en la moneda del productor o la del receptor? Porque obligar a utilizar una moneda determinante da una descomunal ventaja al emisor de esa moneda puente.
Los EEUU llevan décadas financiando su déficit por ese sistema: devalúan su moneda para pagar sus gastos y la devaluación se diluye en el mundo entero, que no puede elegir entre comprar los Dólares y no comprarlos.
Pues esto es igual, pero ahora el que aprieta es Putin y los rehenes vamos a ser nosotros. Otra vez.