En el sondeo se repite un resultado ya conocido: los españoles no nos fiamos del prójimo. La confianza interpersonal, la creencia que una persona que no conocemos va a actuar de forma honesta y sincera, es la más baja de los diez países de la muestra con diferencia. Sencillamente tendemos a creer que todo el mundo nos está engañando, una actitud no precisamente sana.
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