Probablemente, lo más duro de conocer las cifras de paro es que a continuación no pasa nada. En cualquier otro país, y a la vista de que en apenas un año se han destruido 600.000 puestos de trabajo, el presidente del Gobierno hubiera llamado uno a uno a los principales dirigentes políticos y sociales para aprobar medidas de emergencia y ponerse el país en sus espaldas. Pero aquí, como le sucedía al escultor Giacometti, nunca pasa nada pese a que en sólo cuatro años se ha perdido casi un 15% de la fuerza laboral.
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