C&P: Mi hermano pequeño no podía ni salir a la calle. Estaban en su derecho de sentir dolor: yo acababa de anunciarles que era diferente y además temían por mí. Pensaban que yo no podía ser un buen musulmán, pero no me rechazaron. Mi sufrimiento no es nada comparado con los gays que han estado en la cárcel o, por ejemplo, el de ese estudiante de Fez al que los islamistas hicieron un juicio hace dos años por ser homosexual.
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