Los historiadores del clima lo recuerdan como el año sin verano. En 1816, las temperaturas fueron inusualmente bajas en Europa y Norteamérica. Las lluvias arreciaron sobre el centro y el oeste del Viejo Continente y terminaron por arruinar las cosechas. En Suiza, 1816 fue declarado “año de los mendigos”. En Francia hubo “motines de subsistencia”, según Brian Fagan. En East Anglia, una región del este de Inglaterra, partidas de campesinos se armaron con palos acabados en una punta de hierro al grito de “pan o sangre”.
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