El término aprobado por el Pentágono para estas armas es “no letal” o “menos letal” y son hechas para ser utilizadas contra gente desarmada. Diseñadas para controlar multitudes, desocupar calles, someter y reprimir a individuos y proteger fronteras, son la versión del Siglo XXI de la porra policial, el atomizador de pimienta y el gas lacrimógeno. Como dice el periodista Ando Arike: “El resultado es lo que parece ser la primera carrera armamentista en la cual el enemigo es la población en general”.
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