Rafaela es ya considerada un 'rara avis'. Es una de las pocas pastoras que quedan en activo y reconoce que sigue empeñada en seguir con una profesión que le ha cautivado. "Desde hace unos cuatro o cinco años la lana no interesa y no se vende. Ahora la lana se quema. Antes si que la utilizaba para hacer colchones, abrigos, bufandas… pero ahora ya no". "A veces tenemos que poner dinero de nuestro bolsillo porque con las ayudas que tenemos no da para todo". "A mi marido le han quitado muchos pastos por culpa de de las urbanizaciones".
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