Los servicios de redes sociales tienen un plato predilecto: nuestros datos privados. No hay más que entrar en una para comprobar la avidez con que incita al striptease de nuestras vidas. Todo lo que digamos y hagamos en ellas será registrado y procesado a mayor gloria de la publicidad personalizada. La Comisión Europea empieza a no verlo claro y lo está investigando.
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