Aunque es necesario reconocer que la labor no es en absoluto sencilla y que el actual Gobierno ha heredado una situación muy mala del sistema financiero, la última fase de la reforma financiera es, cuanto menos, injusta. Se trata de una solución a un problema mal enfocado y aplicada en mal momento, lo cual la convierte en una mala medida. La principal medida de esta nueva reforma es la provisión genérica, o, como ahora la llaman, preventiva.
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