C&P: "Hoy ha saltado a las portadas de los periódicos la noticia del ingreso en la cárcel de un anciano de 83 años, al que la Audiencia Provincial de Barcelona ha condenado a dos años de prisión por fraude fiscal. Noticias como ésta pulsan la fibra sensible de la opinión pública, que contempla perpleja situaciones tan inusitadas como ésta; sin embargo, y por la particularidad del caso, no está de más analizar la situación con la Ley en la mano" ...
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El último párrafo de la noticia-reflexión me parece especialmente interesante:
"Hecho este análisis, es inevitable cuestionarse la proporcionalidad de la medida impuesta a un anciano que ha ingresado en la cárcel llevando una maleta en la que lo que más pesaba era su caja de medicamentos. No se trata de un delito de sangre y, lamentablemente, en este país se conocen numerosos casos de delincuentes más o menos famosos, condenados también por fraude fiscal, que se pasean tranquilamente por la calle. Además, ¿es posible que la pena de prisión cumpla con su finalidad reinsertadora, cuando el condenado es un hombre al que no le quedan muchos años de vida? Más aún: ¿no se podría invertir la presunción judicial de “como el delito cometido es fraude fiscal, tiene dinero para abonar la responsabilidad civil” a todo lo contrario, es decir, “precisamente porque no tiene dinero tuvo que defraudar? ¿Hasta qué punto un anciano de 80 años es consciente de lo que hace? ¿No ha podido ser víctima de un engaño?"