El enlazado artículo del New York Times habla sobre un extrañísimo desorden que hace que quien lo padezca pueda paladear las palabras, las señales de tráfico, e incluso la música. Parece un mal envidiable, pero la verdad es que según la autora del estudio, la neurosicóloga Julia Simner, puede resultar bastante molesto. Traducción en:
www.maikelnai.es/?p=14