Tú no eres una buena persona

Un individuo normal no pondría a su hija a la venta en una habitación por horas. Tampoco debería poner su moral desnuda y atada a una cama para ser violada por intereses mezquinos propios. Mucho menos ajenos.

No se puede apoyar a los inmorales. Nunca hay justificación para apoyar a un asesino, a un violador, a un pederasta, a un torturador de ancianos. Hubo y hay quienes justifican al régimen nazi, o las purgas estalinistas, o a Pol Pot, o a Pinochet, o a ETA, o a la red Gladio. Siempre en aras de un supuesto principio mayor. No se puede porque -da vergüenza tener que explicarlo- la vida de quienes murieron en condiciones atroces era más importante que esas ideologías inquebrantables que el tiempo demostró inútiles, absurdas, perniciosas y hasta ridículas. La vida de tu hija o de tu padre valen más que cualquier ley o ideología vomitada por un hombre cualquiera.

 

Hay quienes jalean a Israel, y no se conmueven al ver a un niño llorando entre los escombros, muerto de miedo y hambre. No se conmueven tampoco cuando leen las cifras de miles de niños asesinados.

No se conmueven por más de 7000 ancianos ahogados en sus camas, abandonados, y tampoco por 200 muertos también ahogados.

Hay quienes gritan entusiasmados “¡Presidente, presidente!” cuando aparece el responsable de no haber puesto en marcha un plan de emergencia urgente cuando todavía era posible evitar muchos muertos.

Hay quienes no son capaces de salir por un momento de su confortable barril de ceguera y mirar con sinceridad que no se puede, nunca, con ninguna excusa, ponerse del lado de quienes sí tienen el cinismo de decirnos a la cara que les da igual que un niño muera. Esa gente tampoco se conmovería si el aniquilado fueras tú, tu hija, o tu padre. Sus intereses están por encima de los demás. Son monstruos peligrosos y todos somos sus potenciales víctimas. Hoy serán estos, mañana los tuyos.

 

Pero puede que no me des la razón. Puede que te sientas reconfortado con tus justificaciones, o incluso que te encuentres bendecido porque crees que tu Dios te perdona, o que te habla y te ordena ser como eres.

En este caso tú no eres una buena persona. Ni siquiera una persona. Desengáñate, eres un monstruo también, de los muchos que hay en el mundo. Vive como un monstruo, pero no nos soliviantes con tus argumentos inmorales. Eres un monstruo y se lo debes decir a tu hija y a tu padre. Que no esperen nada de ti, deben saber que mañana podrías venderlos como perros, atarlos a una cama, hacerlos morir de hambre, si con ello ganan los otros monstruos a los que tú apoyas.