Las víctimas se cuentan por miles y las familias entierran a sus muertos tras el devastador paso del tifón Haiyan por Filipinas. Sin embargo, una pequeña isla, Tulang Diyot, que forma parte de las Islas Camotes, emerge como la excepción a la tragedia, ya que no ha tenido que lamentar el fallecimiento de ninguno de sus habitantes. Todo gracias a la iniciativa de Alfredo Arquillano, alcalde de la cercana San Francisco, que supo prevenir la gravedad de lo que se les venía encima y se apresuró en poner a salvo a toda la isla, sin excepción.
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