Iñaki Urdangarin no sólo no atendió la reclamación del Rey, que le exigió dejar los negocios con Diego Torres hace ya seis años, sino que se nombró presidente vitalicio de la fundación que creó con su socio posteriormente para seguir desviando dinero. El duque de Palma tenía la intención de mantener su conglomerado de por vida.
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