Óscar Hernández no pierde su sentido del humor a pesar de la situación en la que se encuentra desde poco antes de verano de 2010, cuando se quedó en la calle y no tuvo más remedio que fijar su ‘residencia’ en un Citroën Xara de segunda mano, su «chalé» como le gusta llamarle. Tira de chistes y chascarrillos durante toda la conversación, contradiciendo con su casi continua sonrisa lo que expresa en palabras, sus pocas ganas de seguir viviendo. «Hasta los cojones estoy de estar aún en pie»
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