La represión franquista afectó a ciudadanos de todo tipo de condición social, económica e ideológica. Personas de convicciones catolicas y misa diaria como el almirante Azarola, gente "de orden" como el sacerdote Andrés Ares Diaz, hombres respetables como el ex-militar Andrés Iglesias, fueron fusilados en una estrategia calculada para eliminar fisicamente a la oposición y extender un miedo paralizador entre el conjunto de la población.
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