“Fue residencia del traumatólogo de Franco”, cuentan como anécdota al entrar en esta finca de campo, aislada y rodeada de huertas. Los días rompen con el canto de un gallo y el rumor de un arroyo. Hasta febrero, alrededor de 180 drogodependientes al año recibían asistencia integral en los tres edificios de este centro terapéutico El Batán, a unos 40 kilómetros de Madrid, en Chinchón.
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