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La semana en la que se cumplen 17 años de “El show de Truman”, varios medios se han hecho eco de distintos realitiy-show europeos que rozan el bizarrismo en sus argumentos: recrear la vida bajo el nazismo, unos Juegos del Hambre en los que se desempleados luchan por el sueldo mínimo... ¿Dónde está el límite?
En las últimas semanas y por diversos motivos, las banderas se han reivindicado como potentes símbolos para transmitir y afianzar mensajes. Desde la del orgullo gay hasta la confederada de EEUU, pasando por la última ocurrencia del presidente ruso.
Esta semana conocíamos una noticia de esas que dejan un cuerpo extraño tras leerla, porque genera a la vez rechazo y fascinación, o quizá porque supone una aventura que todo aquel más o menos adicto a la adrenalina querría vivir. Los presos que se fugaron esta semana de la cárcel de máxima seguridad de Clinton, Nueva York, han batido un récord histórico al llevar más de 24 horas sin ser capturados. En España también tenemos ejemplos de huidas de prisión míticas, que parecen sacadas de un guion de cine y que, de hecho, han inspirado alguno.
Se trata de uno más de los enigmas de la mente humana de la que tan poco se conoce. Mujeres que se declaran enamoradas de criminales, psicópatas y asesinos. Les mandan kilos de cartas y regalos a la cárcel. Se agolpan en las salas de los juzgados, donde declara el sujeto al que admiran para ponerle ojitos, coquetear con él por los pasillos, o intentar cruzar con él una mirada o un roce, sólo impedidas por los guardas que custodian al acusado.