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Alcohol. Bendito alcohol. Causa y solución de todos los problemas. El alcohol siempre ha sido medicina popular para todo. Filosofía alcohólica de vida. Tengo problemas. Una copa para ahogar las penas. No tengo ningún problema. Una copa para celebrarlo. Si algo me ha salido bien. Una copa para poner la guinda. Si algo me ha salido muy bien. Copa para darle un plus al día. Y si algo me ha salido de puta pena. Pues doble medicina. Dos copas y si no se soluciona, pues otra copa extra. Pero qué pasaría si este círculo vicioso se cortara.
Un día te levantas por la mañana y hay una bola que tiene tu nombre. Y esa bola rueda durante un par de años para colocarte en un pisito en un barrio dormitorio de las afueras de Vitoria. Lo primero que sentí cuando conocí la noticia, fue una gran bola en mi estomago. Mi vida de pájaro libre sin ataduras se iba a esfumar. Pero con el tiempo vi, que era la forma mas sencilla de saltar del nido familiar a una bonita caseta de pájaro prefabricada de madera con su agujerito circular en la puerta y el logo del estado en el techo.
Hoy tenía ganas de trabajar. Yo he permanecido tranquilo y lubricado en mi puesto. Me he dado una loción de fresa y todo. No soy de muchos artificios y moderneces como esas, pero es que el cliente es el que manda. El mercado se está llenando de universitarios con master. Ves su currículum y que si master en superficie estriada, curso para conseguir un grosor mas fino, maestría en máxima lubricación, doctorado en total sensibilidad…. A un cincuentón como yo no le queda más que reciclarse. Pero siempre he sido un buen profesional.
Noto un frió polar en mi espalda. Miro el reloj y todavía son las 7 de la mañana. Con mi mano derecha agarro firmemente la manta, pero esta solo me cubre un hombro. El resto de mi cuerpo esta al descubierto. Como todos los días en nuestra guerra fría por la manta, Laura siempre se proclamaba vencedora. Poquito a poquito. Sin querer una fuerza invisible la iba llevando hacia ella. Tal vez un poco como ella me fue conquistando. Poquito a poquito. Sin prisas y sin quererlo nos fuimos conociendo. Nos hicimos íntimos.
Ella ya no era igual. Yo lo notaba. Sus ojos le delataban. Ya no me miraba como antes. Yo intentaba engañarme. Atrasar la noticia. Pero la carta ya estaba enviada. El día llego y ella me dijo las peores palabras. He conocido a otra persona. Ya no te quiero. Era el momento de retirarse. Soldado vencido vuelve a casa. Era el momento de llorar. De decir todo aquello a lo que no te atreviste. No había vuelta atras. Asumir los errores y volver a casa. Solo podía desaparecer. Siempre fui un tipo cobarde. Yo te quiero. Abro la ventana. Dudo unos segun
Abro los ojos. No se donde estoy. La cabeza me duele. Prácticamente le falta poco para estallar. Un dolor como un taladro atraviesa mi sien. No recuerdo nada. Noto como el frío suelo toca mi piel. Intento incorporarme. Pero al moverme me crujen todos los músculos. Intento recordar. Lo veo todo oscuro. Chasqueo la lengua .Tengo la garganta seca. Es como una lija. Un regusto a agrio recorre mi garganta. Creo que ayer bebí algo más que agua. Me pregunto: “¿Qué es lo que he hecho?” Tengo un mal presentimiento.
El ruido del aire acondicionado resuena de fondo. Posiblemente es lo mas gratificante que he oido en todo la tarde. Las voces de la gente en la oficina rebotan en mis oidos. Las agujas del reloj se mueven lentamente. Parece que aprovechan a detenerse cada vez que no las miro. Mi traje desgastado va a tono con mis ganas de trabajar. Soy un automata. Hago las cosas sin pensar. Me retoco la corbata que me esta ahogando. Suspiro largo. Vuelvo a mirar a la pantalla. Solo tengo un pensamiento. Salir de esta jaula oxidada.
Alcohol. Bendito alcohol. Causa y solución de todos los problemas. El alcohol siempre ha sido medicina popular para todo. Filosofía alcohólica de vida. Tengo problemas. Una copa para ahogar las penas. No tengo ningún problema. Una copa para celebrarlo. Si algo me ha salido bien. Una copa para poner la guinda. Si algo me ha salido muy bien. Copa para darle un plus al día. Y si algo me ha salido de puta pena. Pues doble medicina. Dos copas y si no se soluciona, pues otra copa extra. Pero qué pasaría si este círculo vicioso se cortara.
Un día te levantas por la mañana y hay una bola que tiene tu nombre. Y esa bola rueda durante un par de años para colocarte en un pisito en un barrio dormitorio de las afueras de Vitoria. Lo primero que sentí cuando conocí la noticia, fue una gran bola en mi estomago. Mi vida de pájaro libre sin ataduras se iba a esfumar. Pero con el tiempo vi, que era la forma mas sencilla de saltar del nido familiar a una bonita caseta de pájaro prefabricada de madera con su agujerito circular en la puerta y el logo del estado en el techo.
Hoy tenía ganas de trabajar. Yo he permanecido tranquilo y lubricado en mi puesto. Me he dado una loción de fresa y todo. No soy de muchos artificios y moderneces como esas, pero es que el cliente es el que manda. El mercado se está llenando de universitarios con master. Ves su currículum y que si master en superficie estriada, curso para conseguir un grosor mas fino, maestría en máxima lubricación, doctorado en total sensibilidad…. A un cincuentón como yo no le queda más que reciclarse. Pero siempre he sido un buen profesional.
Noto un frió polar en mi espalda. Miro el reloj y todavía son las 7 de la mañana. Con mi mano derecha agarro firmemente la manta, pero esta solo me cubre un hombro. El resto de mi cuerpo esta al descubierto. Como todos los días en nuestra guerra fría por la manta, Laura siempre se proclamaba vencedora. Poquito a poquito. Sin querer una fuerza invisible la iba llevando hacia ella. Tal vez un poco como ella me fue conquistando. Poquito a poquito. Sin prisas y sin quererlo nos fuimos conociendo. Nos hicimos íntimos.
Ella ya no era igual. Yo lo notaba. Sus ojos le delataban. Ya no me miraba como antes. Yo intentaba engañarme. Atrasar la noticia. Pero la carta ya estaba enviada. El día llego y ella me dijo las peores palabras. He conocido a otra persona. Ya no te quiero. Era el momento de retirarse. Soldado vencido vuelve a casa. Era el momento de llorar. De decir todo aquello a lo que no te atreviste. No había vuelta atras. Asumir los errores y volver a casa. Solo podía desaparecer. Siempre fui un tipo cobarde. Yo te quiero. Abro la ventana. Dudo unos segun
Abro los ojos. No se donde estoy. La cabeza me duele. Prácticamente le falta poco para estallar. Un dolor como un taladro atraviesa mi sien. No recuerdo nada. Noto como el frío suelo toca mi piel. Intento incorporarme. Pero al moverme me crujen todos los músculos. Intento recordar. Lo veo todo oscuro. Chasqueo la lengua .Tengo la garganta seca. Es como una lija. Un regusto a agrio recorre mi garganta. Creo que ayer bebí algo más que agua. Me pregunto: “¿Qué es lo que he hecho?” Tengo un mal presentimiento.
El ruido del aire acondicionado resuena de fondo. Posiblemente es lo mas gratificante que he oido en todo la tarde. Las voces de la gente en la oficina rebotan en mis oidos. Las agujas del reloj se mueven lentamente. Parece que aprovechan a detenerse cada vez que no las miro. Mi traje desgastado va a tono con mis ganas de trabajar. Soy un automata. Hago las cosas sin pensar. Me retoco la corbata que me esta ahogando. Suspiro largo. Vuelvo a mirar a la pantalla. Solo tengo un pensamiento. Salir de esta jaula oxidada.