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Presente en muchas culturas de nuestro orbe, se trata quizá del más universal de todos los mitos. El hombre lobo es una criatura legendaria que se r...
Al igual que las civilizaciones que los antecedieron, los romanos en su vida cotidiana pusieron empeño en cuidar de su imagen. La estética romana fue heredera directa de la griega, con la que compartieron el gusto por la palidez del rostro que obtenian mediante diferentes preparados. Pero a diferencia de los griegos, el ideal de belleza romano, no fue único. El contacto con otras culturas a través de siglos de conquistas, hizo que otros pueblos extranjeros influyeran en el modo de ocuparse de la higiene y de mejorar su imagen.
A escasos cinco kilómetros de Córdoba se hallan las ruinas de Medina Azahara, la ciudad palaciega comenzada en 936 por Abderramán III con intención de superar las ciudades palatinas de los grandes soberanos de Oriente. Está declarada Monumento Nacional. La magnitud de la obra califal se manifiesta en la lista de los materiales empleados en su construcción: por ejemplo, las 4.000 columnas, muchas de mármoles de colores. No faltaban estanques, lagos, residencias, cuarteles, escuelas, baños, caballerizas, almacenes y mercados.
Mientras desfilaban en medio de vítores por las calles de la ciudad eterna camino de Brindisi, donde embarcarían rumbo a Siria, aquellos soldados romanos no podían imaginar que estaban iniciando el camino de una tortuosa aventura de la que la mayor parte de ellos no regresaría jamás. La derrota de aquella legión comandada por el triunviro Marco Licinio Craso se convertiría en uno de los mayores fracasos de Roma, hasta el punto de que, con el tiempo, cuando un romano hacía referencia a una grave equivocación, empleaba la expresión “Craso error”
La comida estrella por excelencia que practicaban los romanos era la cena, momento en el que se desarrollaban los verdaderos banquetes. Éstos se celebraban en privado, pero también en público, en determinadas festividades o dedicatorias a altos dignatarios.
Si por algo es conocido Tabernas, es por haberse convertido, entre las décadas de los 60 y 80, en un inmenso paisaje de cine al aire libre, sobre un desierto que tantas veces ha contemplado spaghetti westerns como El bueno, el feo y el malo o La muerte tenía un precio. Los productores cinematográficos rodaron mucho sobre el desierto de la localidad almeriense debido a su similitud con los norteamericanos.
En la elaboración de las comidas, como en toda la vida romana, resultó notable la evolución de las costumbres a lo largo de los siglos. Antes de que aparecieran en las mesas de los poderosos exóticas viandas procedentes de lugares tan dispares como Guinea (faisanes), Persia (gallos), India (pavos), Hispania (conejos), Ambracia (corzos), Calcedonia (atunes), Tarento (ostras y almejas), Ática (mejillones) o Dafne (tordos), los romanos no conocieron más que los alimentos básicos que proporcionaba la tierra: cereales, legumbres, hortalizas, leche.
Montblanc, emplazado en la cuenca del Barberá, es uno de esos pueblos medievales que los aficionados al género visitan con agrado por la historia que destilan sus calles. Fundada en 1163 por el rey Alfons el Casto, no se constituyó en municipio hasta el siglo siguiente. Sede de las Cortes durante la Edad Media, la villa ducal localizada en la provincia de Tarragona, llegó a convertirse en la séptima ciudad de Cataluña por número de habitantes en el siglo XIV.
El agradable aroma de azafrán que destila la mayoría de sus rincones le han permitido conservar un poso histórico que todavía se refleja entre su patrimonio, que es rico y variado. La villa medieval de Consuegra, emplazada en la provincia de Toledo, se sitúa en un valle muy amplio. El río Amarguillo la atraviesa y la divide en dos partes unidas por sendos puentes de hierro que sustituyen a otros de origen romano.
Erigida sobre las ruinas de Biasteri, un poblado euskérico antiquísimo, Laguardia, villa alavesa, la fundó el rey navarro Sancho Abarca y fue cuna de reyes y poetas. Aquí nació Félix María Sánchez Samaniego, insigne literato que popularizó las fábulas, aunque su antigua morada es ahora Museo del Vino. La localidad es también célebre por sus vinos.
Presente en muchas culturas de nuestro orbe, se trata quizá del más universal de todos los mitos. El hombre lobo es una criatura legendaria que se r...
Al igual que las civilizaciones que los antecedieron, los romanos en su vida cotidiana pusieron empeño en cuidar de su imagen. La estética romana fue heredera directa de la griega, con la que compartieron el gusto por la palidez del rostro que obtenian mediante diferentes preparados. Pero a diferencia de los griegos, el ideal de belleza romano, no fue único. El contacto con otras culturas a través de siglos de conquistas, hizo que otros pueblos extranjeros influyeran en el modo de ocuparse de la higiene y de mejorar su imagen.
A escasos cinco kilómetros de Córdoba se hallan las ruinas de Medina Azahara, la ciudad palaciega comenzada en 936 por Abderramán III con intención de superar las ciudades palatinas de los grandes soberanos de Oriente. Está declarada Monumento Nacional. La magnitud de la obra califal se manifiesta en la lista de los materiales empleados en su construcción: por ejemplo, las 4.000 columnas, muchas de mármoles de colores. No faltaban estanques, lagos, residencias, cuarteles, escuelas, baños, caballerizas, almacenes y mercados.
Mientras desfilaban en medio de vítores por las calles de la ciudad eterna camino de Brindisi, donde embarcarían rumbo a Siria, aquellos soldados romanos no podían imaginar que estaban iniciando el camino de una tortuosa aventura de la que la mayor parte de ellos no regresaría jamás. La derrota de aquella legión comandada por el triunviro Marco Licinio Craso se convertiría en uno de los mayores fracasos de Roma, hasta el punto de que, con el tiempo, cuando un romano hacía referencia a una grave equivocación, empleaba la expresión “Craso error”
La comida estrella por excelencia que practicaban los romanos era la cena, momento en el que se desarrollaban los verdaderos banquetes. Éstos se celebraban en privado, pero también en público, en determinadas festividades o dedicatorias a altos dignatarios.
Si por algo es conocido Tabernas, es por haberse convertido, entre las décadas de los 60 y 80, en un inmenso paisaje de cine al aire libre, sobre un desierto que tantas veces ha contemplado spaghetti westerns como El bueno, el feo y el malo o La muerte tenía un precio. Los productores cinematográficos rodaron mucho sobre el desierto de la localidad almeriense debido a su similitud con los norteamericanos.
En la elaboración de las comidas, como en toda la vida romana, resultó notable la evolución de las costumbres a lo largo de los siglos. Antes de que aparecieran en las mesas de los poderosos exóticas viandas procedentes de lugares tan dispares como Guinea (faisanes), Persia (gallos), India (pavos), Hispania (conejos), Ambracia (corzos), Calcedonia (atunes), Tarento (ostras y almejas), Ática (mejillones) o Dafne (tordos), los romanos no conocieron más que los alimentos básicos que proporcionaba la tierra: cereales, legumbres, hortalizas, leche.
Montblanc, emplazado en la cuenca del Barberá, es uno de esos pueblos medievales que los aficionados al género visitan con agrado por la historia que destilan sus calles. Fundada en 1163 por el rey Alfons el Casto, no se constituyó en municipio hasta el siglo siguiente. Sede de las Cortes durante la Edad Media, la villa ducal localizada en la provincia de Tarragona, llegó a convertirse en la séptima ciudad de Cataluña por número de habitantes en el siglo XIV.
El agradable aroma de azafrán que destila la mayoría de sus rincones le han permitido conservar un poso histórico que todavía se refleja entre su patrimonio, que es rico y variado. La villa medieval de Consuegra, emplazada en la provincia de Toledo, se sitúa en un valle muy amplio. El río Amarguillo la atraviesa y la divide en dos partes unidas por sendos puentes de hierro que sustituyen a otros de origen romano.
Erigida sobre las ruinas de Biasteri, un poblado euskérico antiquísimo, Laguardia, villa alavesa, la fundó el rey navarro Sancho Abarca y fue cuna de reyes y poetas. Aquí nació Félix María Sánchez Samaniego, insigne literato que popularizó las fábulas, aunque su antigua morada es ahora Museo del Vino. La localidad es también célebre por sus vinos.