#4#5#37#7#30 Como enfermero que los ve día a día en planta os comento:
Los sensores tienen una vida útil (máximo 14 días), lo cual ya da una idea de que no son precisamente la panacea en cuanto a estabilidad o vida media, ya que existen fenómenos de degradación del polímero y de bioincrustación (proteínas, células) que pueden comprometer el filamento insertado y, por tanto, la calidad de la medida.
La medición de glucosa no la hacen en sangre (no pinchas un capilar ni una vena), sino en líquido intersticial (líquido extracelular), cuyos valores difieren ligeramente de los de la glucosa sanguínea y “tardan más” en reflejar cambios. Es decir, si yo atiborro al paciente a azúcar y el sensor marca 254 mg/dl, es bastante probable que en sangre el paciente esté cerca de 300 mg/dl (en subida) y al contrario, la diferencia pero en bajada. Por supuesto, como dices, no hablamos de química seca, sino de un biomarcador enzima, así que la calibración tiene una mayor variabilidad. Coño, si incluso en equipos de laboratorio, con cientos de controles, emiten frecuentemente re-evaluaciones porque han infra/supravalorado un lote, imagina aquí, donde el número de sensores que se producen es miles de veces mayor...
¿Quiere esto decir que los sensores sean una mierda y no sirvan para nada? Para nada: son muy útiles, evitan muuuuuuchos pinchazos, nos dan gráficas de la glucemia a lo largo del día, emiten alertas al usuario en caso de hipo/hiperglucemia... para mí son un auténtico avance y el camino a seguir. Pero, como digo, no tienen la misma fiabilidad que un DTT y siempre que haya dudas o valores de alarma hay que confirmar con un dextrostick o, si estamos fuera de rango del glucómetro (Hi/Low), mediante determinación de glucosa en suero (laboratorio).
Por supuesto, luego están las cagadas, los lotes defectuosos, los errores... eso es algo que cada fabricante intenta minimizar, pero es inevitable y tarde o temprano te va a pasar. Nadie está libre de que le ocurra algo como lo de la noticia con su producto, y más en sanidad, donde 2+2 no siempre son 4. Para eso está también el control humano y el no fiarse al 100% de lo que dice el aparato: si el paciente “se nota raro”, toca confirmar el valor y no creerse a ciegas lo que marque el lector.
#4 no se si te lo han explicado,lo que lee el sensor es lo que ha pasado hace diez minutos entonces entre el capilar y el sensor siempre va a haber diferencia.
#4 Yo suelo devolverlos cuando llevan unos días así, y con mi glucómetro al lado casi siempre.
Tengo detectado que por la noche, es fácil que de bajadas, debido a que si duermes de lado, se descompensa (el sensor se pone en el brazo). Se lo he comentado a mi endocrino y parece que lo tienen detectado ... anda que te avisan.
Y cuando me los pongo, muchos suelen tener como el "primerito día" que da medidas absurdas todo el día.
Y más o menos puede tener una diferencia de unos 10 con el glucómetro, a veces lo clava y a veces no.
Yo por lo general, lo tomo en cuenta en valores relativos, no en valores absolutos. Es decir, detectar pendientes de bajada o de subida está muy bien.
#4 Mira en # 8, en mi caso son casi 150 de desviación con el mismo sensor. Mi sensación es que a partir del séptimo día se empiezan a degradar y a dar fallos, no valen para aguantarlos 15 días
#2#4 el problema, por lo menos en España, es que si uno da lecturas defectuosas no se envía a abbot para que revisen el por qué, lo cual me parece una cargada brutal.
Lo llevo desde antes de que la seguridad social los pusiera y siempre me ha parecido la mayor cagada, en mi caso en todos estos años no he tenido nunca grandes diferencias pero si sensores que dejaban de leer sin ninguna razón aparente
#4 Si los sensores no están bien calibrados hay que dejar de usarlos hasta que lo estén.
Y si están acreditados ya hay que ir contra las entidades que los autorizan.
Los sensores tienen una vida útil (máximo 14 días), lo cual ya da una idea de que no son precisamente la panacea en cuanto a estabilidad o vida media, ya que existen fenómenos de degradación del polímero y de bioincrustación (proteínas, células) que pueden comprometer el filamento insertado y, por tanto, la calidad de la medida.
La medición de glucosa no la hacen en sangre (no pinchas un capilar ni una vena), sino en líquido intersticial (líquido extracelular), cuyos valores difieren ligeramente de los de la glucosa sanguínea y “tardan más” en reflejar cambios. Es decir, si yo atiborro al paciente a azúcar y el sensor marca 254 mg/dl, es bastante probable que en sangre el paciente esté cerca de 300 mg/dl (en subida) y al contrario, la diferencia pero en bajada. Por supuesto, como dices, no hablamos de química seca, sino de un biomarcador
enzima, así que la calibración tiene una mayor variabilidad. Coño, si incluso en equipos de laboratorio, con cientos de controles, emiten frecuentemente re-evaluaciones porque han infra/supravalorado un lote, imagina aquí, donde el número de sensores que se producen es miles de veces mayor...¿Quiere esto decir que los sensores sean una mierda y no sirvan para nada? Para nada: son muy útiles, evitan muuuuuuchos pinchazos, nos dan gráficas de la glucemia a lo largo del día, emiten alertas al usuario en caso de hipo/hiperglucemia... para mí son un auténtico avance y el camino a seguir. Pero, como digo, no tienen la misma fiabilidad que un DTT y siempre que haya dudas o valores de alarma hay que confirmar con un dextrostick o, si estamos fuera de rango del glucómetro (Hi/Low), mediante determinación de glucosa en suero (laboratorio).
Por supuesto, luego están las cagadas, los lotes defectuosos, los errores... eso es algo que cada fabricante intenta minimizar, pero es inevitable y tarde o temprano te va a pasar. Nadie está libre de que le ocurra algo como lo de la noticia con su producto, y más en sanidad, donde 2+2 no siempre son 4. Para eso está también el control humano y el no fiarse al 100% de lo que dice el aparato: si el paciente “se nota raro”, toca confirmar el valor y no creerse a ciegas lo que marque el lector.