#62
No comparto el análisis, que no sé de dónde lo has sacado. El imperio británico ya no daba más de sí, y se vino abajo al finalizar la segunda guerra mundial. En cualquier caso habría caído poco más tarde, con la independencia de la India y otros. Es ley de vida. EEUU tomó el testigo y ahora le toca a otro, o más bien a otros.
#66 Peor que los anglosajones, seguramente no ha habido nadie peor en la Historia de la Humanidad. Si China, Rusia e India, bueno, los BRICs, se convierten en líderes mundiales, siempre será mejor. Estamos hablando de países, como en el caso de China o India, con una existencia milenaria, fuente de cultura y filosofía. Nada que ver con los anglosajones y los protestantes. Un bloque de países con población de diferentes religiones y también ateos. El potencial es mucho más positivo y diverso que el de los malditos puritanos. Es obvio, para quien lo quiere ver.
CC #24
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#4 ¿Cuál es entonces la salida? Rand ofrece dos estudios de caso en los que reformas urgentes superaron la corrupción y el desorden que de otro modo podrían haber resultado catastróficos.
El primer ejemplo es Gran Bretaña a mediados del siglo XIX. Había construido un imperio global increíblemente exitoso. Pero a mediados del siglo XIX, se estaba pudriendo por dentro debido a “el costo humano y ambiental de la industrialización, la percepción de corrupción e ineficacia de las instituciones políticas, el control de la política por parte de un pequeño grupo de élites terratenientes, la creciente desigualdad económica y más. .” Pero Gran Bretaña se recuperó con una ola de reformas que arrasó la vida británica y transformó la política. Los líderes intelectuales compartieron esta pasión por la reforma, desde Thomas Carlyle hasta Charles Dickens.
Un segundo caso de estudio se puede encontrar en los propios Estados Unidos, después de la borrachera de la Edad Dorada de finales del siglo XIX. Ese auge industrial transformó a Estados Unidos, pero creó desigualdades venenosas, daños sociales y ambientales y una corrupción flagrante. El republicano Theodore Roosevelt encabezó un movimiento “progresista” que reformó la política, las empresas, los derechos laborales, el medio ambiente y el pantano político de la corrupción.