Entre los siglos XVI y XVII surgieron en Europa coleccionistas que almacenaban en sus gabinetes todo tipo de cachivaches que iban desde relojes, obras de arte, plantas exóticas llegadas desde todos los rincones del mundo, algún cuerno de unicornio, animales disecados, sangre de dragón o instrumentos con más o menos complejidad. Se trataba, por supuesto, de colecciones privadas pertenecientes a alguien rico: un burgués, un …