María Nelly no se esconde. No tiene motivos para hacerlo. Se describe como trabajadora sexual. Ni prostituta ni esclava, como la miran desde otros lares, siempre tratando de cosificarla. De etiquetarla. De confinarla entre los márgenes de la moral y el deseo. De hacerle vestir un traje hecho a partir de medidas ajenas. María trabaja en Málaga y lucha por la regularización de un oficio que los políticos han vuelto a colocar en el centro de un debate que el sector considera tramposo...
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Es lo que hay. Son sus reglas y al que no le gusten, que cambie de partido.
Ahora resulta que Maria Martillo era una trabajadora ejemplar.