Sé que resulta un poco chocante el título de este artículo. Y es que todo lo relacionado con el individualismo ha sido demonizado durante mucho tiempo, sobre todo en lugares como España donde el colectivo y lo común se han visto ensalzados, en muchos casos de manera positiva para la sociedad, pero no en todos.
Estos días estamos viviendo uno de estos casos en los que la colectividad, el grupo, la masa, están jugando un papel regresivo, profundamente dañino para la salud democrática de la sociedad española. Y es que estamos asistiendo a la sumisión acrítica de millones de españoles al culto al líder. La masa actúa en casos como este, no de manera sinérgica sino al contrario: como un ser ciego y sordo para todo lo que no proceda del mencionado líder. Se procede a atacar los pilares de la misma democracia para intentar salvar el relato al que la masa se adscribió hace tiempo y no tiene valor de revertir pese a tenerlo todo en contra. Ya ha pasado antes, y volverá a pasar.
Todo vale, ningún precio es demasiado alto, nadie dentro de la masa va a preguntar ni responder nunca el "por qué". Básicamente, evitar a la masa del otro lado, que no es mucho mejor (aunque claramente tampoco peor).
Se termina defendiendo a puteros, corruptos, acosadores, encubridores, sátrapas.
Así que apelo al individuo, a la visión personal de cada uno para salirse de pensamientos colmena y dinámicas de grupo. No caigamos en reducirlo todo al enfrentamiento de hinchadas de ultras.
Ningún partido político nos pone el pan encima de la mesa cada día. Más bien es al revés.