Desguace de escritura
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Cuando el objetivo del relato es presentar al personaje. Taller de desguace de escritura (XI)

Publiqué hace poco un relato por estos lares con la intención de analizarlo y desmenuzarlo un poco, aprovechando que es mío y sé cuál fue el proceso de crearlo. Lo sé más o menos, vaya, porque a veces es más fácil descubrir los cosidos de un trabajo ajeno que del propio.

La cuestión es que en mi relato, al contrario de lo que @ContinuumST y yo predicamos en anteriores entregas, se dice muy poco del personaje. Se habla de su edad, y se habla de su profesión, dos datos completamente insuficientes para trazar un carácter. ¿Y por qué lo hice así? Porque en realidad ni el personaje ni la historia tenían importancia, y que mi intención era centrarme en una idea, o sensación: la pérdida y su descubrimiento. Es decir, no tanto la pérdida como el modo en que la pérdida se hace presente en nuestra vidas.

En el sitio donde almaceno los apuntes de mis relatos, había dos opciones: o la que véis en este relato, o el tío que vuelve solo a casa después de que lo haya dejado su novia. El trauma no es tanto la separación como volver sólo a casa. Y hay que saber escribir al tío que mejor vuelve solo, y de eso estamos hablando aquí: la historia, en esta modalidad de relato, es la que describe al personaje, y el personaje es el que encarna la idea, porque la idea es el único y verdadero núcleo del relato.

"Un hombre sentado en un banco bajo la lluvia mira su reloj y espera. Tiene unos cincuenta años y va vestido de oscuro, con un traje a la vez anticuado y flamante"

Como veis, no me complico mucho más la vida y el motivo es que, para lo que queremos de él, que es que represente su papel de idea viviente, es irrelevante casi todo lo demás. E incluso se podrían reducir y eliminar cosas, pero cada cual tiene su término medio.

Más adelante, en el diálogo interior del protagonista, se ofrece su nombre y su profesión. El nombre es irrelevante, peor la profesión contribuye en este caso a incrementar la ironí, o el dolor de lo que se va a contar.

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el profesor Leandro Martínez había de recordar aquella tarde en que se puso a pensar estupideces bajo la lluvia porque no se atrevía a pensar en otra cosa."

Eso ya pertenece al tono y al registro, del que hablaremos más adelante, y en este caso es parte integrante de mi estilo. O sea, que no lo recomiendo ni como bueno ni como malo. Es cosa mía.

Y ahí se acabó la descripción del personaje. A partir de aquí, me centro en pequeñas circunstancias o hechos, que serán las que describan, al final, quién es el tío que está bajo la lluvia, qué le ha pasado, y por qué no podría ser de otro modo.

EL personaje no tiene por qué construir el relato. También puede ser al revés.

Es otra manera de hacerlo, y me apetecía comentarlo.

¡Salud!

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