La ciudad se está vaciando de su gente para dar paso a una población flotante y de altos ingresos. Fondos de inversión y desarrolladores compran propiedades y terrenos no para habitarlos, sino como un activo financiero, esperando que su valor se multiplique. Esta práctica crea una escasez artificial de vivienda asequible y eleva los precios de todo el mercado circundante. La llegada masiva de trabajadores remotos extranjeros, o «nómadas digitales», que ganan en dólares o euros, ha disparado la demanda de alquileres.
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Que bien se lo saben montar....