Durante el que sería su último viaje, a finales de agosto de 2009, el jesuita español Alfonso Pedrajas, de 62 años, obligó a su novio a que le prometiera algo: “Tú vas a hacer lo que sea y como sea para quedarte con mi computadora. No quiero que nadie la tenga”. La pareja del sacerdote hizo la promesa a bordo de un Toyota gris, mientras atravesaban las carreteras polvorientas que conducen al balneario de Urmiri, al oeste de Bolivia, donde iban de vacaciones.
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Y relata también cómo la orden (al menos siete superiores provinciales y una decena de clérigos bolivianos y españoles) encubrió sus delitos y las denuncias de algunas víctimas.
El muerto ya no pagará pero éstos superiores y compañeros deberían recibir un escarmiento contundente.
Buena labor de El País que parece que se ha propuesto hacer periodismo con la glesia pederasta. ¡Enhorabuena! que cunda el ejemplo.
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Enésimo caso aislado....
#2 Muchos cientos de miles de víctimas de abusos sexuales de la iglesia llevamos como para hablar de casos aislados.
Da miedo el poder de esta secta de abusadores para seguir encumbrados como adalides de la decencia y el respeto a sus semejantes, así como tener controlado el acceso a los niños en edades tempranas gracias a su posición dominante en el sistema educativo.