Hace 2 años | Por Andaui a jotdown.es
Publicado hace 2 años por Andaui a jotdown.es

Sintetizar el documental que recientemente HBO ha estrenado sobre el caso de Rocío Wanninkhof produce miedo. El caso a estas alturas es conocido por todos: la noche del 9 de octubre, en el pueblo malagueño de Mijas, Rocío Wanninkhof, una chica de diecisiete años, había desaparecido. De repente, Mijas, como Alcasser en su día, se convirtió en pasto de los medios de comunicación, que con curiosidad foránea, como quien se acerca a examinar las costumbres y los modos de vida de los colonos de una tierra ignota, se concentraron en el pueblo.

Comentarios

Shotokax

Su linchamiento mediático cumplió varios fines, pero el principal fue el de reproducir el papel de la lesbofobia en las sociedades liberales: servir de régimen de control de la sexualidad de las mujeres [...].

No fue por satisfacer el hambre de venganza de la sociedad, ni por conseguir audiencia de forma carroñera, ni por tomarse la bochornosa libertad de hacer juicios mediáticos, ni por confiar excesivamente en los Mortadelo y Filemón que a menudo se encuentran en los cuerpos de seguridad del Estado, ni porque tenemos una cultura paleta que no entiende que gente criada en otros países puede actuar de forma diferente ante ciertas circunstancias, ni por falta de profesionalidad... El motivo "principal" por el que se linchó a esta pobre mujer en los lamentables medios de comunicación que sufrimos fue por controlar la sexualidad de las féminas.

Esta mujer aprovecha cualquier cosa para vender su libro.

S

Ayer veía una de esas cosas de crímenes yanquis. Para no hacerlo muy aburrido se resume en que sospechaban que la mujer del asesinado y su hermana habían contratado a unos asaltantes. El juicio de la mujer fue mal, no había pruebas como llamadas telefónicas con los asaltantes ni confesión pero el jurado conoció que tenía una relación fuera del matrimonio, al trulllo fue de por vida . La hermana, en cambio, era un modelo de virtud, iba a la iglesia, ayudaba a la gente, fue declarada inocente .

D

Y si el juez hubiera cometido la "temeridad" de absolver a Dolores declarandola inocente, al dia siguiente todos los periodicos/programas con el titular:

El juez deja libre a la asesina de Rocío.

Politicos/periodistas/opinión publica pidiéndo la destitución del juez.

Shotokax

#1 pues Manolete, si no sabes torear pa qué te metes.

Si eres juez tienes una enorme responsabilidad. Decides sobre algo mucho más serio que tu destitución o tu reputación mediática: estás encarcelando a un ser humano. Si no tienes cojones para aguantar es que no vales para decidir sobre algo tan importante y deberías sin duda dedicarte a otra cosa.

O

Desde su cátedra de la cárcel de Reading, Oscar Wilde nos enseñó que todos los hombres matan lo que aman; a veces, lo hacen mediante un circunloquio, para que su crimen sea más demoradamente cruel y la víctima sienta un dolor más pujante que la mera extinción física. El asesinato de Rocío Wanninkhof, que en estos días abarrota las crónicas de sucesos, reúne los requisitos de ensañamiento y fría premeditación que reclama el horror. También ese abominable regodeo que la maldad experimenta ante el exterminio de la belleza. La joven Rocío Wanninkhof, a juzgar por los retratos divulgados por la Prensa, era una muchacha de belleza infrecuente, esbelta como el agua, fúlgida como el oro, de facciones que podrían haber celebrado los poetas y figura que reclamaba el homenaje del mármol. El asesinato de la belleza resulta siempre más perturbador que el asesinato a secas, porque en cierto modo es un agravio a la armonía del mundo, una negación obscena de la claridad que rige el orden de la naturaleza. Asesinar la belleza constituye una vindicación del caos y de las tinieblas.

La mujer que, según apuntan las indagaciones policiales, eligió como víctima de su crueldad a Rocío Wanninkhof lo hizo con el propósito de matar en vida a quien más amaba, que era la madre de la muchacha. Y lo hizo borrando el aliento de la belleza, que era algo que su amor estéril jamás podría incorporar al mundo. Al asesinar a Rocío Wanninkhof, esa mujer estaba excluyendo la posibilidad de un amor distinto al suyo, un amor que fuese fecundo y perdurara en otra carne. La asesina de Rocío Wanninkhof viviría su amor estéril con esa obcecación de quienes aman sin esperanza, y la presencia jovial de tanta belleza encarnada en el cuerpo de una adolescente la mortificaba como un ultraje. Ella jamás podría regalarle a la mujer amada una prueba tan acendradamente hermosa de su amor, y creyó que asesinando a Rocío iba a lograr imponer su pasión enferma y ofuscada a la realidad. En las crónicas de sucesos se alude elípticamente a un «móvil pasional» más o menos turbio, pero en ese móvil convive un cenagal de pasiones tumultuosas en el que, quizás, la más atroz y obturada sea el despecho de quien mata a la persona que la rechaza matando el testimonio de belleza que esa persona ha dejado en el mundo. Esta perversión del amor que se sabe incapaz de competir con la belleza y asesina para recuperar sus privilegios, envuelve la muerte de Rocío Wanninkhof en un sudario de sórdida tragedia que conmueve y repugna a partes iguales, porque abre a nuestros pies ese abismo de locura a que puede conducirnos un amor estéril.

La palabra que menciona ese amor estéril no ha sido aún pronunciada, en parte por respeto a la madre doliente, pero también por ese remilgo tan contemporáneo que se resiste a reconocer los peligros de degradación que encierran ciertas variantes del amor. Rocío Wanninkhof murió por culpa de un amor degradado (y uso el adjetivo en su pura acepción etimológica); un amor que jamás podría haber rendido un fruto tan sencillamente hermoso como esa muchacha que nos sonríe desde ultratumba. La mera existencia de Rocío Wanninkhof era un agravio insoportable para la mujer que la mató, y también un recordatorio pertinaz que le mostraba la naturaleza degradada de su amor, incapaz de perpetuarse en otro ser. Al destruir tanta belleza, la asesina de Rocío Wanninkhof se hacía la ilusión de que su amor era perfecto y condenaba a la madre doliente a conformarse con ese amor devaluado y enfermo que ella le brindaba. No le importaba que, con la muerte de Rocío, también hubiese aniquilado espiritualmente a la madre: a un amor degradado le basta con un mero envoltorio carnal. Pero la belleza fluvial y dorada de Rocío Wanninkhof la perseguirá para siempre, recordándole la esterilidad de su amor.


Juan Manuel de Prada.

ABC. 2000-09-11

marola

#5 Madre mía como tenía la cabeza Juan Manuel de Prada... ¿Pidió disculpas por lo menos?

zykl

Esta mujer no fue condenada por ser lesbiana, lo fue por su hieratismo.