El pasado fin de semana tuvo lugar, en la ermita de la finca El Campillo en San Lorenzo del Escorial (Madrid), una celebración muy especial. Álvaro y Diego, que habían contraído matrimonio civil días antes en el juzgado, quisieron compartir la fiesta en un recinto privado, aunque sacralizado. Lo hicieron porque ese sábado llovió en El Escorial, y se decidió trasladar la celebración al interior. No hubo boda, ni curas celebrando, ni se simuló un matrimonio canónico. Sin embargo, algunos sacerdotes ultraconservadores llegaron a calificar el enlac
Comentarios
¿Algunos sacerdotes muertos de envidia?
#1 no creas, parece que los de la fiesta eran mayores de edad.
#1 No creo, ya eran mayorcitos, ambos consentían de mutuo acuerdo, y mira la publicidad del evento.
"Exaltación sodomítica "
Genial para un grupo musical, un local de copas, una peña de excursionistas y hasta un postre de helado...
Pero seguimos sin saber qué hicieron los de Gomorra, ahí estaba lo bueno. ¡Cachis!
#9 Es que eso a mi me parece todo mal. O son sagradas y se siguen al dedillo, o no son sagradas y hacemos lo que nos sale del toto.
Hablaron los mayores enculadores forzosos de toda la Historia.
Lo sorprendente sería que les pareciera bien. Es que lees las sagradas escrituras y están en contra del HSH. Entonces, o cambias las sagradas escrituras, que se supone que no se pueden cambiar pq son sagradas o qué haces?
A mi personalmente lo del matrimonio gay me olía a chamusquina pq me parecía que lo que hacía era incorporar al colectivo gay a una institución burguesa como es el matrimonio monógamo y eso redunda en qué se refuerce el mismo como manera principal de gestionar la sociedad frente a la comunidad.
#5 Lo que pasa es que en el levítico (donde pone lo de "un varón no deberá yacer con un varón como si fuese mujer") pone otras prohibiciones y reglas, como el de que a una mujer que agarre a un hombre por sus partes en una pelea se le debe cortar la mano o que aquellos que tengan tatuajes deben ser expulsados del pueblo...
Esas reglas les parecen anacrónicas y nadie "en su sano juicio" las tomaría en serio, pero defienden con uñas y dientes la de la homosexualidad porque... patatas.
"¡Quién la pillara!"