Hace un año asumí la dirección de Menéame con una idea clara: demostrar que la independencia tecnológica y la sostenibilidad económica no son enemigos, sino aliados. Hoy puedo decir que lo hemos conseguido. Ha sido un ejercicio intenso donde he tenido que lidiar con problemas económicos, técnicos y societarios, con inercias enquistadas y con la desconfianza lógica de una comunidad que había visto pasar demasiados cambios sin rumbo.