El trabajo de un tatuador va más allá de la creación artística. En muchos casos, un tatuaje puede funcionar como un refuerzo para la autoestima y la identidad de una persona. En estas ocasiones, pasa a formar parte de un tratamiento reconstructivo a nivel de salud. No es inusual que los clientes decidan tatuar la piel que ha sido marcada por una cicatriz, por ejemplo. Y en determinados casos, el tatuaje puede incluso convertirse en parte de la superación de un proceso oncológico. Esta es la labor que lleva a cabo Álvaro Quesada.
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