La serie documental En tierra hostil, de Antena 3, ha obtenido un gran éxito de audiencia y un gran eco en redes sociales gracias a presentarse como un periodismo valiente capaz de entrar en los lugares más peligrosos de los planeta para entrevistar a los españoles que viven. Pero también ha recibido numerosas críticas por el exceso de sensacionalismo y trucos efectistas para dar la sensación de un peligro que en realidad no es tal. Diferentes lectores han pedido a Mèdia.cat una mirada crítica al programa.TRADUCCIÓN: #1
El capítulo de ayer -dedicado a Venezuela- es especialmente polémico. El país bolivariano es uno de los más polarizados políticamente y mediática del mundo, y cualquier trabajo periodístico sobre su situación será criticado por uno u otro bando en disputa. Las lecturas interesadas y la utilización política en clave interna del Estado español -muy más intensa desde la aparición de Podem- aún ha agravado más esta polarización, por lo que puede afirmarse que el capítulo de ayer estaba destinado a ser uno de los más polémicos.
Sin embargo, esta crítica no pretende entrar a analizar la situación política o económica de Venezuela -lo que escapa a las capacidades de Mèdia.cat, - sino evaluar el grado de rigor y neutralidad del programa.
Efectismo: Realmente el programa trata de dar una sensación de peligrosidad y misterio a situaciones completamente normales con el uso continuado de los zooms y la música de tensión. Y lleva estos recursos a unos extremos que acaban generando el efecto contrario, provocando más risa que miedo y contaminan el conjunto del programa.
Querer convertir en una acción de riesgo hechos totalmente cotidianos como atravesar una frontera con un pasaporte en regla o circular en coche por el centro de Caracas -actividades que realizan a diario millones de personas sin que les pase res- provoca que la entrevista con los secuestradores -probablemente la única parte con cierto riesgo del documental- quede diluida y pierda fuerza.
Tiempo: La carencia más grande del reportaje, sin embargo, es el tiempo. Los periodistas están en Venezuela cuatro días, un plazo totalmente insuficiente para hacerse una idea de lo que pasa en el país. No hablamos ya de explicarlo.
No se trata de un equipo enviado a cubrir unos hechos excepcionales e imprevisibles como un terremoto o unas manifestaciones, sino un reportaje atemporal y, se supone, en profundidad, por lo que sería de agradecer tener un poco más de calma y ofrecer una visión de los país más plural y de conjunto.
Protagonismo: La persona que prácticamente habla más el reportaje es la periodista. Es cierto que cada vez son más habituales los llamados "reportajes de autor", en que se da una visión subjetiva del periodista y éste, lógicamente, toma más protagonismo. Pero convertirse en "noticiable" un hecho tan habitual en este trabajo como tener que esperar dos horas una fuente, es un exceso incluso para este tipo de piezas.
Cuestión legal: Todo el reportaje -desde el minuto 0- gira alrededor de ellos dificultades para hacer periodismo en Venezuela y se repite el peligro de un choque con los servicios de seguridad.
En cambio, sin embargo, en ningún momento se explica la situación legal del equipo en el país. Aunque no se especifica, se da a entender que los periodistas entra en Venezuela con un visado de turista, cuando prácticamente todos los países del mundo piden visados especiales para periodistas. Pidió a este visado? Si no se hizo, por qué? O pidió y no se les concedió? Qué motivo esgrimieron las autoridades venezolanas para no hacerlo? Sin saber la respuesta a estas preguntas es difícil hacerse una idea del peligro que pasaban de perder las imágenes.
En lugar de ello, los productores deciden destinar una buena parte del trabajo a contar una historia de espías con trama incluida para quitar las imágenes clandestinamente. En ningún momento quedan justificadas estas precauciones -nadie les pregunta nada al marcharse del país, - pero eso no evita una escena final que parece copiada de una mala película de la guerra fría.
Constantemente se filman y se emiten reportajes sobre Venezuela, la mayoría muy críticos con el Gobierno, y tanto de medios internacionales como nacionales. ¿Por qué motivo el equipo de En tierra hostil debía tener más problemas que el resto?
De hecho, a pesar de no tener aparentemente los documentos necesarios para trabajar en Venezuela, los reporteros sólo tienen problemas reales en dos ocasiones y las dos cuando graban en edificios oficiales oa las fuerzas de seguridad. En ningún momento los agentes no pasan de las advertencias -al aeropuerto hasta el avión se espera a que termine la interrogatori- y no se les requisa el material ni se les expulsa del país.
Mezcla de temas: El reportaje comienza explicando el problema de los secuestros y la inseguridad en Venezuela, pero de forma inexplicable termina girando hacia el desabastecimiento y la situación política y socioeconómica.
Ambos son temas interesantes, pero también complejos y que necesitarían tiempo para explicarse. En mezclarlos acaban tratando los dos de forma superficial sin que sea posible llegar a entender los 'porqués' de esta situación, más allá de una maniquea malicia gubernamental que se supone intrínseca a su naturaleza.
El resultado más obvio vuelve a ser la entrevista a los secuestradores, que podría ser muy interesante pero que se liquida en pocos minutos y se limita a preguntas obvias y sin entrar en el fondo.
Clasismo: Uno de los principales peligros del corresponsal internacional, sobre todo en países del llamado tercer mundo, es el de quedarse con la versión de las clases medias del país, normalmente más cercanas culturalmente al periodista -esto se agrava o en países donde la lengua mayoritaria no es el inglés o el castellano, que habitan en las zonas donde este se aloja y que tienen acceso a las nuevas tecnologías. En sociedad muy polarizadas socialmente, la visión de una persona u otra queda muy influida por esta posición de clase. Y Si esto ocurre en un país donde esta polarización social se expresa políticamente, el resultado del análisis será totalmente antagónicos.
Pues bien, En tierra hostil, lleva al extremo este error, por otra parte común. En el reportaje sólo entrevistan personas acomodadas -con miedo a los secuestros y que con el antiguo régimen vivían mejor, - los periodistas se alojan en un hotel de cinco estrellas y no se apartan de barrios ricos como el Chacao.
La escena donde ni siquiera intentan entrevistar a los inquilinos ocupas del propietario español "porque seguro que nos agreden" define perfectamente esta "miedo al pobre" que empapa todo el reportaje.
El intento de convertir una tienda Zara vacía en un problema social es también resultado de esta visión sesgada.
Racismo: De forma mucho más sutil, el reportaje también rezuma un cierto racismo. Constantemente se repite la idea de que se secuestran españoles por su nacionalidad y no por su posición social. Además todos los entrevistados están de acuerdo en que el patrimonio de este se debe gracias a su capacidad de trabajo. El análisis sobre las condiciones sociales que permitieron unos inmigrantes enriquecerse mientras la población de origen negro, indígena o mestizo continuaba en la extrema pobreza se obvia completamente. Así, el espectador se queda con la idea de unos "españoles laboriosos" contra unos venezolanos foscos ladrones y vagos.
Sesgo de las fuentes: Este sesgo en las fuentes se mantiene en el espacio posterior al reportaje, en principio dedicado al análisis de profundidad. Todos los entrevistados excepto uno son contrarios al actual gobierno y en la mayoría de los casos no salen de los tópicos de la "dictadura chavista". Así, resulta imposible hacerse una idea, viendo el reportaje, los motivos por los que una mayoría de la población sigue votando aún por el oficialismo después de veinte años de gestión desastrosa.
En este sentido, llama la atención la falta de una sola fuente gubernamental. Como en ningún momento el documental alerta de que éstas se negaran a participar, hay que entender que ni siquiera pedirlo. ¿Por qué?
Falta de datos: Por último, y más allá de generalidades - "país muy violento", "faltan productos básicos", "cinco o seis secuestros al día" - sin concretar ni contextualizar, el reportaje no aporta prácticamente ningún dato o cifra que permítase hacer -se una idea mínimamente objetiva de la situación social y económica del país.
El capítulo de ayer -dedicado a Venezuela- es especialmente polémico. El país bolivariano es uno de los más polarizados políticamente y mediática del mundo, y cualquier trabajo periodístico sobre su situación será criticado por uno u otro bando en disputa. Las lecturas interesadas y la utilización política en clave interna del Estado español -muy más intensa desde la aparición de Podem- aún ha agravado más esta polarización, por lo que puede afirmarse que el capítulo de ayer estaba destinado a ser uno de los más polémicos.
Sin embargo, esta crítica no pretende entrar a analizar la situación política o económica de Venezuela -lo que escapa a las capacidades de Mèdia.cat, - sino evaluar el grado de rigor y neutralidad del programa.
Efectismo: Realmente el programa trata de dar una sensación de peligrosidad y misterio a situaciones completamente normales con el uso continuado de los zooms y la música de tensión. Y lleva estos recursos a unos extremos que acaban generando el efecto contrario, provocando más risa que miedo y contaminan el conjunto del programa.
Querer convertir en una acción de riesgo hechos totalmente cotidianos como atravesar una frontera con un pasaporte en regla o circular en coche por el centro de Caracas -actividades que realizan a diario millones de personas sin que les pase res- provoca que la entrevista con los secuestradores -probablemente la única parte con cierto riesgo del documental- quede diluida y pierda fuerza.
Tiempo: La carencia más grande del reportaje, sin embargo, es el tiempo. Los periodistas están en Venezuela cuatro días, un plazo totalmente insuficiente para hacerse una idea de lo que pasa en el país. No hablamos ya de explicarlo.
No se trata de un equipo enviado a cubrir unos hechos excepcionales e imprevisibles como un terremoto o unas manifestaciones, sino un reportaje atemporal y, se supone, en profundidad, por lo que sería de agradecer tener un poco más de calma y ofrecer una visión de los país más plural y de conjunto.
Protagonismo: La persona que prácticamente habla más el reportaje es la periodista. Es cierto que cada vez son más habituales los llamados "reportajes de autor", en que se da una visión subjetiva del periodista y éste, lógicamente, toma más protagonismo. Pero convertirse en "noticiable" un hecho tan habitual en este trabajo como tener que esperar dos horas una fuente, es un exceso incluso para este tipo de piezas.
Cuestión legal: Todo el reportaje -desde el minuto 0- gira alrededor de ellos dificultades para hacer periodismo en Venezuela y se repite el peligro de un choque con los servicios de seguridad.
En cambio, sin embargo, en ningún momento se explica la situación legal del equipo en el país. Aunque no se especifica, se da a entender que los periodistas entra en Venezuela con un visado de turista, cuando prácticamente todos los países del mundo piden visados especiales para periodistas. Pidió a este visado? Si no se hizo, por qué? O pidió y no se les concedió? Qué motivo esgrimieron las autoridades venezolanas para no hacerlo? Sin saber la respuesta a estas preguntas es difícil hacerse una idea del peligro que pasaban de perder las imágenes.
En lugar de ello, los productores deciden destinar una buena parte del trabajo a contar una historia de espías con trama incluida para quitar las imágenes clandestinamente. En ningún momento quedan justificadas estas precauciones -nadie les pregunta nada al marcharse del país, - pero eso no evita una escena final que parece copiada de una mala película de la guerra fría.
Constantemente se filman y se emiten reportajes sobre Venezuela, la mayoría muy críticos con el Gobierno, y tanto de medios internacionales como nacionales. ¿Por qué motivo el equipo de En tierra hostil debía tener más problemas que el resto?
De hecho, a pesar de no tener aparentemente los documentos necesarios para trabajar en Venezuela, los reporteros sólo tienen problemas reales en dos ocasiones y las dos cuando graban en edificios oficiales oa las fuerzas de seguridad. En ningún momento los agentes no pasan de las advertencias -al aeropuerto hasta el avión se espera a que termine la interrogatori- y no se les requisa el material ni se les expulsa del país.
Mezcla de temas: El reportaje comienza explicando el problema de los secuestros y la inseguridad en Venezuela, pero de forma inexplicable termina girando hacia el desabastecimiento y la situación política y socioeconómica.
Ambos son temas interesantes, pero también complejos y que necesitarían tiempo para explicarse. En mezclarlos acaban tratando los dos de forma superficial sin que sea posible llegar a entender los 'porqués' de esta situación, más allá de una maniquea malicia gubernamental que se supone intrínseca a su naturaleza.
El resultado más obvio vuelve a ser la entrevista a los secuestradores, que podría ser muy interesante pero que se liquida en pocos minutos y se limita a preguntas obvias y sin entrar en el fondo.
Clasismo: Uno de los principales peligros del corresponsal internacional, sobre todo en países del llamado tercer mundo, es el de quedarse con la versión de las clases medias del país, normalmente más cercanas culturalmente al periodista -esto se agrava o en países donde la lengua mayoritaria no es el inglés o el castellano, que habitan en las zonas donde este se aloja y que tienen acceso a las nuevas tecnologías. En sociedad muy polarizadas socialmente, la visión de una persona u otra queda muy influida por esta posición de clase. Y Si esto ocurre en un país donde esta polarización social se expresa políticamente, el resultado del análisis será totalmente antagónicos.
Pues bien, En tierra hostil, lleva al extremo este error, por otra parte común. En el reportaje sólo entrevistan personas acomodadas -con miedo a los secuestros y que con el antiguo régimen vivían mejor, - los periodistas se alojan en un hotel de cinco estrellas y no se apartan de barrios ricos como el Chacao.
La escena donde ni siquiera intentan entrevistar a los inquilinos ocupas del propietario español "porque seguro que nos agreden" define perfectamente esta "miedo al pobre" que empapa todo el reportaje.
El intento de convertir una tienda Zara vacía en un problema social es también resultado de esta visión sesgada.
Racismo: De forma mucho más sutil, el reportaje también rezuma un cierto racismo. Constantemente se repite la idea de que se secuestran españoles por su nacionalidad y no por su posición social. Además todos los entrevistados están de acuerdo en que el patrimonio de este se debe gracias a su capacidad de trabajo. El análisis sobre las condiciones sociales que permitieron unos inmigrantes enriquecerse mientras la población de origen negro, indígena o mestizo continuaba en la extrema pobreza se obvia completamente. Así, el espectador se queda con la idea de unos "españoles laboriosos" contra unos venezolanos foscos ladrones y vagos.
Sesgo de las fuentes: Este sesgo en las fuentes se mantiene en el espacio posterior al reportaje, en principio dedicado al análisis de profundidad. Todos los entrevistados excepto uno son contrarios al actual gobierno y en la mayoría de los casos no salen de los tópicos de la "dictadura chavista". Así, resulta imposible hacerse una idea, viendo el reportaje, los motivos por los que una mayoría de la población sigue votando aún por el oficialismo después de veinte años de gestión desastrosa.
En este sentido, llama la atención la falta de una sola fuente gubernamental. Como en ningún momento el documental alerta de que éstas se negaran a participar, hay que entender que ni siquiera pedirlo. ¿Por qué?
Falta de datos: Por último, y más allá de generalidades - "país muy violento", "faltan productos básicos", "cinco o seis secuestros al día" - sin concretar ni contextualizar, el reportaje no aporta prácticamente ningún dato o cifra que permítase hacer -se una idea mínimamente objetiva de la situación social y económica del país.
#9 Discúlpame a mí si te he molestado en tu trolleo por hacerte una simple pregunta. Espero que con el negativo te hayas quedado más tranquilo, ¿ya respiras?
Musica de terror, giros de cámara y este estilo "equipo de investigación" a parte. Si nos quedamos con lo que reflejó: todo el mundo haciendo cola para comprar lo más básico, la economía sumergida, el tráfico de dólares por culpa de las constantes devaluciaciones del bolivar, personas a quienes se expropia su propiedad, personas que ni siquiera pueden conseguir medicinas para el cancer, discusiones en la calle por la quiebra total de la sociedad, la violencia, el miedo a hablar, etc..etc...todo esto ocurre.
#6 Pregunta más que justa. Estaba pensando que precisamente los que se ofenden muchísimo con cómo se trata el tema de Venezuela o de Corea del Norte, son los mismos que luego aplauden con las orejas CUALQUIER cosa infumable que vaya en contra del "capitalismo", del PP, de los "fascistas", etc. Y esto pasa, básicamente, porque no es la deontología periodística lo que les lleva a quejarse, sino el sectarismo.
No he visto el programa y no puedo opinar, pero sí que estoy en desacuerdo con cómo se plantean varios puntos en la traducción que han puesto acá.
Qué extraño interés por Venezuela, no. Bueno, lo próximo será Irán, que por lo visto los coletas también pillan por allí, no como el PP$0€, que tienen muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuchos amiwitos en España.
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TRADUCCIÓN:
El capítulo de ayer -dedicado a Venezuela- es especialmente polémico. El país bolivariano es uno de los más polarizados políticamente y mediática del mundo, y cualquier trabajo periodístico sobre su situación será criticado por uno u otro bando en disputa. Las lecturas interesadas y la utilización política en clave interna del Estado español -muy más intensa desde la aparición de Podem- aún ha agravado más esta polarización, por lo que puede afirmarse que el capítulo de ayer estaba destinado a ser uno de los más polémicos.
Sin embargo, esta crítica no pretende entrar a analizar la situación política o económica de Venezuela -lo que escapa a las capacidades de Mèdia.cat, - sino evaluar el grado de rigor y neutralidad del programa.
Efectismo: Realmente el programa trata de dar una sensación de peligrosidad y misterio a situaciones completamente normales con el uso continuado de los zooms y la música de tensión. Y lleva estos recursos a unos extremos que acaban generando el efecto contrario, provocando más risa que miedo y contaminan el conjunto del programa.
Querer convertir en una acción de riesgo hechos totalmente cotidianos como atravesar una frontera con un pasaporte en regla o circular en coche por el centro de Caracas -actividades que realizan a diario millones de personas sin que les pase res- provoca que la entrevista con los secuestradores -probablemente la única parte con cierto riesgo del documental- quede diluida y pierda fuerza.
Tiempo: La carencia más grande del reportaje, sin embargo, es el tiempo. Los periodistas están en Venezuela cuatro días, un plazo totalmente insuficiente para hacerse una idea de lo que pasa en el país. No hablamos ya de explicarlo.
No se trata de un equipo enviado a cubrir unos hechos excepcionales e imprevisibles como un terremoto o unas manifestaciones, sino un reportaje atemporal y, se supone, en profundidad, por lo que sería de agradecer tener un poco más de calma y ofrecer una visión de los país más plural y de conjunto.
Protagonismo: La persona que prácticamente habla más el reportaje es la periodista. Es cierto que cada vez son más habituales los llamados "reportajes de autor", en que se da una visión subjetiva del periodista y éste, lógicamente, toma más protagonismo. Pero convertirse en "noticiable" un hecho tan habitual en este trabajo como tener que esperar dos horas una fuente, es un exceso incluso para este tipo de piezas.
Cuestión legal: Todo el reportaje -desde el minuto 0- gira alrededor de ellos dificultades para hacer periodismo en Venezuela y se repite el peligro de un choque con los servicios de seguridad.
En cambio, sin embargo, en ningún momento se explica la situación legal del equipo en el país. Aunque no se especifica, se da a entender que los periodistas entra en Venezuela con un visado de turista, cuando prácticamente todos los países del mundo piden visados especiales para periodistas. Pidió a este visado? Si no se hizo, por qué? O pidió y no se les concedió? Qué motivo esgrimieron las autoridades venezolanas para no hacerlo? Sin saber la respuesta a estas preguntas es difícil hacerse una idea del peligro que pasaban de perder las imágenes.
En lugar de ello, los productores deciden destinar una buena parte del trabajo a contar una historia de espías con trama incluida para quitar las imágenes clandestinamente. En ningún momento quedan justificadas estas precauciones -nadie les pregunta nada al marcharse del país, - pero eso no evita una escena final que parece copiada de una mala película de la guerra fría.
Constantemente se filman y se emiten reportajes sobre Venezuela, la mayoría muy críticos con el Gobierno, y tanto de medios internacionales como nacionales. ¿Por qué motivo el equipo de En tierra hostil debía tener más problemas que el resto?
De hecho, a pesar de no tener
aparentementelos documentos necesarios para trabajar en Venezuela, los reporteros sólo tienen problemas reales en dos ocasiones y las dos cuando graban en edificios oficiales oa las fuerzas de seguridad. En ningún momento los agentes no pasan de las advertencias -al aeropuerto hasta el avión se espera a que termine la interrogatori- y no se les requisa el material ni se les expulsa del país.Mezcla de temas: El reportaje comienza explicando el problema de los secuestros y la inseguridad en Venezuela, pero de forma inexplicable termina girando hacia el desabastecimiento y la situación política y socioeconómica.
Ambos son temas interesantes, pero también complejos y que necesitarían tiempo para explicarse. En mezclarlos acaban tratando los dos de forma superficial sin que sea posible llegar a entender los 'porqués' de esta situación, más allá de una maniquea malicia gubernamental que se supone intrínseca a su naturaleza.
El resultado más obvio vuelve a ser la entrevista a los secuestradores, que podría ser muy interesante pero que se liquida en pocos minutos y se limita a preguntas obvias y sin entrar en el fondo.
Clasismo: Uno de los principales peligros del corresponsal internacional, sobre todo en países del llamado tercer mundo, es el de quedarse con la versión de las clases medias del país, normalmente más cercanas culturalmente al periodista -esto se agrava o en países donde la lengua mayoritaria no es el inglés o el castellano, que habitan en las zonas donde este se aloja y que tienen acceso a las nuevas tecnologías. En sociedad muy polarizadas socialmente, la visión de una persona u otra queda muy influida por esta posición de clase. Y Si esto ocurre en un país donde esta polarización social se expresa políticamente, el resultado del análisis será totalmente antagónicos.
Pues bien, En tierra hostil, lleva al extremo este error, por otra parte común. En el reportaje sólo entrevistan personas acomodadas -con miedo a los secuestros y que con el antiguo régimen vivían mejor, - los periodistas se alojan en un hotel de cinco estrellas y no se apartan de barrios ricos como el Chacao.
La escena donde ni siquiera intentan entrevistar a los inquilinos ocupas del propietario español "porque seguro que nos agreden" define perfectamente esta "miedo al pobre" que empapa todo el reportaje.
El intento de convertir una tienda Zara vacía en un problema social es también resultado de esta visión sesgada.
Racismo: De forma mucho más sutil, el reportaje también rezuma un cierto racismo. Constantemente se repite la idea de que se secuestran españoles por su nacionalidad y no por su posición social. Además todos los entrevistados están de acuerdo en que el patrimonio de este se debe gracias a su capacidad de trabajo. El análisis sobre las condiciones sociales que permitieron unos inmigrantes enriquecerse mientras la población de origen negro, indígena o mestizo continuaba en la extrema pobreza se obvia completamente. Así, el espectador se queda con la idea de unos "españoles laboriosos" contra unos venezolanos
foscosladrones y vagos.Sesgo de las fuentes: Este sesgo en las fuentes se mantiene en el espacio posterior al reportaje, en principio dedicado al análisis de profundidad. Todos los entrevistados excepto uno son contrarios al actual gobierno y en la mayoría de los casos no salen de los tópicos de la "dictadura chavista". Así, resulta imposible hacerse una idea, viendo el reportaje, los motivos por los que una mayoría de la población sigue votando aún por el oficialismo después de veinte años de gestión desastrosa.
En este sentido, llama la atención la falta de una sola fuente gubernamental. Como en ningún momento el documental alerta de que éstas se negaran a participar, hay que entender que ni siquiera pedirlo. ¿Por qué?
Falta de datos: Por último, y más allá de generalidades - "país muy violento", "faltan productos básicos", "cinco o seis secuestros al día" - sin concretar ni contextualizar, el reportaje no aporta prácticamente ningún dato o cifra que permítase hacer -se una idea mínimamente objetiva de la situación social y económica del país.
#1 gracias , no hay forma de explicarlo mas claramente para el que lo quiera leer.
#0 ¿otra vez con tiera hostil? @juc
#2 Ilústranos. ¿Cuántas veces ha enviado meneos sobre Tierra Hostil aparte de ésta?
Tic tac.
#7 Disculpa, si desconoces como funciona esto, entonces no molestes.
#9 Discúlpame a mí si te he molestado en tu trolleo por hacerte una simple pregunta. Espero que con el negativo te hayas quedado más tranquilo, ¿ya respiras?
0# Corrige el titular aún estás a tiempo
"El sensacionalismo pasa por encima del periodismo"
o aún mejor
"El sensacionalismo aplasta el periodismo"
Musica de terror, giros de cámara y este estilo "equipo de investigación" a parte. Si nos quedamos con lo que reflejó: todo el mundo haciendo cola para comprar lo más básico, la economía sumergida, el tráfico de dólares por culpa de las constantes devaluciaciones del bolivar, personas a quienes se expropia su propiedad, personas que ni siquiera pueden conseguir medicinas para el cancer, discusiones en la calle por la quiebra total de la sociedad, la violencia, el miedo a hablar, etc..etc...todo esto ocurre.
A todos los que os escandalizáis con En tierra hostil, ¿os pasa lo mismo cuando veis Callejeros?
#6 Pregunta más que justa. Estaba pensando que precisamente los que se ofenden muchísimo con cómo se trata el tema de Venezuela o de Corea del Norte, son los mismos que luego aplauden con las orejas CUALQUIER cosa infumable que vaya en contra del "capitalismo", del PP, de los "fascistas", etc. Y esto pasa, básicamente, porque no es la deontología periodística lo que les lleva a quejarse, sino el sectarismo.
No he visto el programa y no puedo opinar, pero sí que estoy en desacuerdo con cómo se plantean varios puntos en la traducción que han puesto acá.
Qué extraño interés por Venezuela, no. Bueno, lo próximo será Irán, que por lo visto los coletas también pillan por allí, no como el PP$0€, que tienen muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuchos amiwitos en España.