El fútbol se creyó importante hasta que el coronavirus le contó la verdad: es solo una simulación de la realidad. Lo diré destacando su grandeza cultural: una gloriosa simulación de la realidad. El coronavirus le arrebató la atención, la preocupación y los héroes. Los aplausos se mudaron de los estadios a los balcones. El fútbol, mal acostumbrado, se resiste a bajarse del escenario discutiendo sobre cómo y cuándo recomenzará la fiesta. Siempre que encuentro esa falta de sentido de la proporción recuerdo aquella historia que le leí a Churchill..
Comentarios
Ilusos, ya veréis cuando todo esto pase y el fútbol sea otra vez la válvula de escape de todo currito puteado por la vida...
Sobre todo por esos sueldos irreales
El fútbol seguirá siendo importante, antes o después volverá y mucha gente seguirá pagando el carnet de socio, la entrada y el fútbol de pago.
Lo único que vale la pena, la anécdota que cuenta sobre el marinero y el niño. El resto, fútbol.
El fútbol es divertido para quien le divierte, y como divierte a mucha gente es importante.
A partir de ahí:
Hay a quien no le divierte y hay, demasiada gente, que no entiende que haya gente a quien no le divierta y por tanto no aceptan que no sea importante para esa gente.
Hay quien convierte la importancia de ser entretenimiento de masas en un servicio de primera necesidad, justificando inversiones disparatadas.
Hay toda una industria que vive del fútbol que ya no se conforma con el fútbol como productor de dinero, y buscan ganarlo de un montón de cosas que rodean al fútbol. Cansando incluso a muchos a los que nos entretiene el fútbol.
Se toleran demasiados excesos relacionado con el fútbol, por ejemplo si un ciudadano se comporta como un vándalo se va al calabozo, pero si va en manada a un campo de fútbol, en lugar de al calabozo lo meten en su autobús de vuelta a casa.
O peor, lo escoltan al campo y del campo al autobús al terminar el partido.