Como el Dr. Jerry A. Coyne, yo tampoco he podido nunca entender como un científico puede ir al laboratorio 5, 6  o incluso 7 días a la semana (puesto que el trabajo investigador puede llegar a absorber completamente la vida de un científico) y luego el viernes, el sábado o el domingo (dependiendo de la particular creencia de cada cual) acudir a la mezquita, la sinagoga o la iglesia a renunciar a todo ese duro, pero más que importante trabajo simplemente porque un profeta analfabeto de tiempos más que remotos tuvo un brote psicótico.