Esta es la historia de mi tío Pablo. La escribo sentado en el tanatorio, hoy 26 de septiembre, porque Pablo —de 52 años, soltero y enfermo de un cáncer de pulmón terminal los últimos 3 meses—, ha muerto esta mañana tras una agónica noche final. Para no andar con misterio, os lo dejo bien claro: este es un mensaje para todos aquellos que por supuesta religiosidad que les viene dada negáis el más piadoso de los derechos que un ser vivo pueda tener: el de dejar de sufrir.
Comentarios
¡Fanáticos!
No es moral, es un miserable juego de poder y conquista que la religión cristiana (todos sus sabores) juega sin importar cuánta destrucción, daño, dolor y sufrimiento cause a creyentes y sobretodo a no creyentes. Es el puto mal convertido en ideología (en el peor de todos, es decir, una religión).
Es el problema de todas las religiones, que se fundamentan en hacer que sus creyentes no piensen, que sólo crean.
Bienaventurados los mansos de espíritu, porque de ellos será el reino de los cielos.
Es una de las frases más peligrosas de todo el planfeto sectario.