Místico, impostor, santo, visionario, curandero, consejero real, monje loco… muchos son los calificativos que recibió. Alto, de mirada penetrante, palabra fácil y ambigua, amaba igual que odiaba atrayendo a las mujeres y consciente de sus habilidades las utilizó con inteligencia. Este carisma fue lo que conquistó a gran parte de la aristocracia rusa acabando por influir incluso en las decisiones de Estado, pero quizás lo que más impresionaría a todos sería una curación que dejó perplejos a todos, especialmente a la mujer del Zar: ...
Comentarios
Si huyó después de balazos y veneno, como mínimo debería tener alguna patologia que le hiciera sentir menos dolor. Sinó, tampoco se explica.
#3 a lo mejor iba fino de farlopa, o de heroina, o de los dos. Incluso así podríamos explicar algunos de sus delirios, no?
¡Se ha delatado!
¡Uy que usuario mas raro! Sin actividad y que solo vota a ese blog.
estfonty