Gail era un gran aficionado a la fotografía, y siempre llevaba una cámara de cine consigo. Una mañana, llegando a Berlín, anunció a su tripulación que, mientras descargaban el avión, iba a hacer unas fotos por los alrededores del aeropuerto. Sólo tardó unos minutos en llegar a la valla metálica que marcaba el perímetro. Ahí, tras la reja, había un grupo de niños alemanes. A Gail se le ocurrió una idea, y dijo a los niños: mañana por la tarde, cuando vuelva con mi carga, soltaré unos dulces desde mi avión. Esperadme aquí.
Comentarios
"Nota: Gail Halvorsen repitió su hazaña en Bosnia, en 1994, y en Iraq en 2003. "
Coño, que grande. Hizo lo mismo en Bosnia e Irak...
La Asociación de Fabricantes de Dulces de Estados Unidos se ofreció a donar todo tipo de golosinas y chocolates. Un ama de casa organizó a un grupo de amigas para confeccionar miles de paracaídas. Estudiantes de la Universidad de Massachussets en Chicopee, cercana a la base desde la que se suplían a las tropas norteamericanas en Alemania, se encargaron de preparar los paquetes y atarlos a los paracaídas. Uno de esos paquetes cayó en las manos de Jutta.
La clara prueba de que un pequeño gesto puede cambiar el mundo.
Hoy le hubieran acusado de pedofilia.