Hubo en Norteamérica un cineasta de horror que entre los años 50 y 60 logró que la audiencia experimentara el cine de una manera inusual. En la proyección de sus películas los espectadores vieron en la pantalla esqueletos colgando de hilos, gritaron y se sobresaltaron de susto debido a que las butacas estaban electrizadas, recibieron pólizas garantizando la protección contra una eventual muerte por espanto, o tuvieron intervalos para escapar del cine por el intenso terror que supuestamente podían generar sus filmes.
Comentarios
Relacionada:
https://www.qronica.es/articulo/gente-qr/william-castle-genio-marketing-cine/20200515212327002842.html
Divertido. El clásico empresario del mundo del espectáculo estadounidense, siempre pensando en maneras novedosas de atraer público.